Sentarse a gozar el fresco de la tarde y otorgar un saludo franco a quien cruce la mirada es lo de acá.
Las campanas de la iglesia redoblan y alborotan el espíritu, es domingo en la mañana. Del muro del atrio penden hacia la calle los adornos de colores que alegran el ojo con sus destellos, murmurando alegría en el frescor de las sombras.
En la esquina adelante se percibe una bolita que ríe alrededor del cántaro con pulque. Más adelante las tortillas se inflan y convocan a los sentidos, se activa el mecanismo de mexicanidad, de dicha y placer, de reconocimiento y resistencia… ¡A gozar!
Así es la vida de pueblo en el Barrio de San Martín, el más antiguo de Malinalco.